Dos horas para una misa
Domingo en Nueva York, imposible resistirse a la llamada del más alto Manhattan, el sonido del canto de las Iglesias Baptistas de Harlem. Así que agarramos el metro y pa'rriba, a ver Harlem.
Una vez allí empezamos a curiosear hasta que oímos sonido de música y nos colamos en una humilde Iglesia. El problema es que esta era pentecostés y no había coro de Gospel. Eso sí los pocos feligreses que había cantaban y sentían la ceremonia. A la entrada nos dieron la bienvenida amablemente y nos proveyeron de un programa de la ceremonia junto a un "sobrecito" para donativos y más tarde de una biblia para que siguiéramos la lectura. Pero aquello se alargó e íbamos ya para las dos horas, y haber quien se marchaba a mitad de la misa.
De repente llegó el momento de las ofrendas y tuvimos que acercarnos hasta el altar para depositar nuestro "sobre" o directamente el cash. De ahí a la recepción de los visitantes, vamos de los guiris y para nuestra sorpresa tuvimos que levantarnos y presentarnos uno por uno diciéndo nuestros nombres y el lugar de donde veníamos, con aplausos incluidos -ya veis el palo. Luego nos dieron las manos y todos cogidos cantar.
Y ahí fue cuando los responsables de la Iglesia se fueron hacia la puerta de entrada y literalmente nos pidieron que nos fuéramos mientras se despedían afectuosamente de los 5 guiris que andábamos por allí... y todavía quedaba programa en la ceremonia tras 2 horas. Una amiga alemana, Silvia, que venía con nosotros nos dijo que nos habían echado porque los de la Iglesia de Pentecostes son los que entran en trance durante las ceremonias y, por lo visto, no querían que les viéramos en plena acción.
Una vez en la calle nos dedicamos a caminar por el barrio hasta que nos encontramos una especie de mercadillo y fiesta, le llamaban el día de Harlem, por una de las calles principales y por allí estuvimos hasta que nos cansamos.
Una vez allí empezamos a curiosear hasta que oímos sonido de música y nos colamos en una humilde Iglesia. El problema es que esta era pentecostés y no había coro de Gospel. Eso sí los pocos feligreses que había cantaban y sentían la ceremonia. A la entrada nos dieron la bienvenida amablemente y nos proveyeron de un programa de la ceremonia junto a un "sobrecito" para donativos y más tarde de una biblia para que siguiéramos la lectura. Pero aquello se alargó e íbamos ya para las dos horas, y haber quien se marchaba a mitad de la misa.
De repente llegó el momento de las ofrendas y tuvimos que acercarnos hasta el altar para depositar nuestro "sobre" o directamente el cash. De ahí a la recepción de los visitantes, vamos de los guiris y para nuestra sorpresa tuvimos que levantarnos y presentarnos uno por uno diciéndo nuestros nombres y el lugar de donde veníamos, con aplausos incluidos -ya veis el palo. Luego nos dieron las manos y todos cogidos cantar.
Y ahí fue cuando los responsables de la Iglesia se fueron hacia la puerta de entrada y literalmente nos pidieron que nos fuéramos mientras se despedían afectuosamente de los 5 guiris que andábamos por allí... y todavía quedaba programa en la ceremonia tras 2 horas. Una amiga alemana, Silvia, que venía con nosotros nos dijo que nos habían echado porque los de la Iglesia de Pentecostes son los que entran en trance durante las ceremonias y, por lo visto, no querían que les viéramos en plena acción.
Una vez en la calle nos dedicamos a caminar por el barrio hasta que nos encontramos una especie de mercadillo y fiesta, le llamaban el día de Harlem, por una de las calles principales y por allí estuvimos hasta que nos cansamos.
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